De ambos lados del río coinciden: la sociedad política entre Juan Manzur y Osvaldo Jaldo atraviesa uno de sus mejores momentos. Ayer, el vicegobernador invitó al jefe del Poder Ejecutivo a participar de la reunión con sus pares del ParlaNOA, donde se debatió nuevamente sobre la crisis que generaría la caducidad de la Ley Nacional de Biocombustibles. Tras la audiencia, en un almuerzo de cortesía, el gobernador y el presidente de la Legislatura cruzaron ante los comensales elogios y gestos de concordia. Al margen de lo protocolar, manzuristas y jaldistas consideran esta clase de escenas como un mensaje de unidad y de reafirmación de liderazgos. Señales que, en un año electoral, no resultan casuales en lo absoluto.
Los conductores del PJ tucumano deben conformar una nómina con miras a las votaciones de medio término en un escenario de crisis económica, social y sanitaria. La suspensión de las PASO de agosto sería un alivio para ellos. El gasto financiero que implica la definición de listas de candidatos es un argumento válido -se habla de $ 12.000 millones a nivel nacional-. Pero a ello hay que sumarle el desgaste político. Serían dos campañas electorales en un contexto que para nada ayuda a la gestión. Se podrá destacar los logros obtenidos -sobre todo si se supera la emergencia por el coronavirus-, y anunciar la llegada de fondos federales para obras y servicios; sin embargo, las estadísticas presentan datos preocupantes en áreas clave, como pobreza e inseguridad. El margen de acción proselitista es bastante acotado. Queda claro que la quietud de las aguas en el PJ está dada por los comicios de octubre.
¿Qué se vota este año? La provincia renueva tres bancas en Senadores (dos por la mayoría, una por la minoría) y cuatro escaños en Diputados (los cinco restantes se eligen en 2023). En términos políticos, el PJ apuesta por retener sus respectivos dos lugares en las cámaras Alta y Baja. Pero quedarse con tres de los cuatro diputados en juego sería un golpe duro para Juntos por el Cambio, que en ese caso perdería un casillero en el reparto del Congreso y mostraría un evidente debilitamiento de cara a las provinciales. Y a la inversa: el PJ sabe que no puede darse el lujo de ceder el centro ante una oposición que hoy aparece fragmentada, aunque con la oportunidad de capitalizar el descontento social.
¿Quiénes serán los elegidos? Si bien falta tiempo para la confirmación formal de las candidaturas, más temprano que tarde Manzur y Jaldo se sentarán ante una mesa y tratarán de cerrar un acuerdo electoral. Su deseo, está dicho, es que no haya PASO. Los antecedentes dan cuenta de que una interna cerrada es casi un trámite para una conducción partidaria. Por eso: apellido que acuerden, sale en la boleta. Aunque falte tiempo, ya empezó la danza de nombres.
No es una negociación horizontal. Es Manzur quien tiene la lapicera y el papel. De hecho, será el jefe del Ejecutivo provincial quien eventualmente reciba el llamado desde Buenos Aires, si Alberto Fernández o Cristina Kirchner interceden por algún dirigente en particular. De todos modos, se espera que el gobernador consulte y concuerde todo con su vicegobernador.
Manzur sí tendrá preponderancia plena en la definición de los candidatos al Senado por el Frente de Todos-PJ. Se menciona al diputado saliente Pablo Yedlin como primer postulante. El ex ministro de Salud reúne como característica que es un “histórico” del manzurismo. Ante la posibilidad de que Manzur se inscriba como primer suplente para la Cámara Alta -un resguardo seductor pensando en que no tiene más reelección-, necesitaría de un dirigente de su máxima confianza en ese lugar, dispuesto a dar un paso al costado en caso que haga falta. Eso sí: en el oficialismo recuerdan un antecedente reciente que les genera dudas. En las intermedias de 2017, Yedlin iba a encabezar en un principio la lista oficial para la Cámara Baja, pero los armadores del PJ analizaron el escenario y cambiaron de opinión. Jaldo terminó al frente de la campaña y Yedlin pasó al tercer lugar. De todos modos, cumple con los requisitos que necesitaría Manzur si decide jugar aquella ficha.
En la danza de nombres aparecen también dos ministras: Carolina Vargas Aignasse (Gobierno) y Rossana Chahla (Salud). Por el momento, según confirmaron en sus respectivos espacios, no recibieron indicios de candidaturas. En el PJ advierten que no se debe sacar del tablero a la legisladora Sandra Mendoza, esposa del intendente de Famaillá, José Orellana. El dato a a favor de los “Mellizos” es que son los referentes en Tucumán del partido “Parte”, fundado en 2012 con el liderazgo del presidente Alberto Fernández. Un llamado sería suficiente para que se celebre con empanadas.
¿Y para Diputados? Seguramente el FdT-PJ le reservará un casillero en su nómina a Gladys Medina, esposa del intendente bandeño y referente jaldista Darío Monteros. Ese sería el principal pedido del vicegobernador. ¿Será cabeza de lista? En tal caso, el segundo lugar podría ser del kirchnerismo: el ex diputado Marcelo Santillán “suena” con grandes posibilidades. Para el actual director regional para el NOA del Ministerio de Trabajo, como en el caso de los “Mellizos”, será clave que suene el teléfono desde Buenos Aires. Nada que, por el momento, pueda afectar la circunstancial armonía entre Manzur y Jaldo. Ya habrá tiempo en 2023.